Es tan dificil aburrirse con el calor sofocante de siempre, como cualquier día de verano, en que un computador cualquiera no es más que un amigo.
Hoy ni yo me hablo a mí mismo, me da miedo perder con cada palabra que sale de mi boca, con cada oración que se pinta en mis labios, el verdadero motivo que me habia hecho tomar el lápiz en un comienzo.
Me asusta no poder decir las palabras de nuevo, pues me doy cuenta que cada palabra que escribo es una menos en busca de poder escribir otra más, y me muero en mis metáforas una y otra vez que no son más que alegorías de mi mísmo o mis absurdas paradojas de las cuales otros ya han derramado tantas letras, como latas de cervezas he juntado en mi memoria, en el basurero, en el pasto o libros sin leer en mi escritorio.
Sigo hablando de todo lo que no puedo decir, sigo intentando decir lo que ya nunca más pensaré, lo que ya nunca más sentire. Las luces en mi vida no son más que un par de faroles a medianoche, deshechos, destrozados, melancólicos; hermosos. Camino como entre mis pensamientos sin darme cuenta de nada, doy vueltas en mis pensamientos y ya nada me trae devuelta al mundo, ni la mano que me pide un par de displicentes líneas, ni tu sonrisa que en un día como hoy se veria tan triste en un desolado paisaje que no es más que la ciudad, no es más que soledad, no es más que yo mismo.
Al fin y al cabo creo que seguiré escribiendo sin rumbo fijo, bajo la sombra de una estrella que todavia no llega a pesar tanto como un par de dedos y un lápiz.
Después de todo es tan dificil aburrirse de hablar de cosas de las que todos han opinado, es tan dificil aburrirse de esta ciudad que me mira con ojos ajenos en mi propio reflejo, es tan dificil aburrirse de salir a la calle y volver a ser uno entre mil, es tan dificil aburrirse de verte la espalda.