Si no estuviera en clases, seguramente
no estaría en clases
Seguramente estaría buscando la soledad en mi pieza
o en un vaso
o en el cemento
o en la micro
o al final de la calle
Si el tipo de adelante no me mirara, seguramente estaría viendo mi cara, pero no mi rostro
Seguramente estaría escribiendo o leyendo,
cosas que no entendería
o
entenderas que no cosía
Seguramente empezaría a enamorarme de la fea del curso,
o aquella que se viste todos los días diferente
o aquella que se perfuma todos los días para clases en el auditorio
o aquella que todos miran cuando camina,
y seguiría viendo el patio por la ventana,
el patio que nadie ve,
el patio que no tiene árboles,
que no tiene bancas,
que no tiene palomas ni tórtolos
que no tiene intelectuales snob sentados en el pasto,
como yo.
El patio que nadie quiere ver;
la calle.
Si el que está al lado estuviera al lado del que está al otro lado, seguramente le faltaría, a mi escrito, el personaje que pensara que shoy un poeta.
Seguramente estaría vendiendo galletas chinas o
de la fortuna, con el Anticristo.
Pero, si las manos, paralelas a mi vista perdida en un ilusorio escrito sobre fondo blanco, no apuntaran al roído, perfecto, resquebrajado, ordenado, despedazado, limpio, piligüeño, perfecto techo de La sala
Si los artículos definidos me importaran lo mismo que las puntuaciones, seguramente estaría en clases escuchando que un poeta hace miles de años antes, ya se vivía la vida con manchas blancas sobre un fondo negro oscuro.
martes, 6 de mayo de 2008
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