lunes, 26 de mayo de 2008

prótasis de Alter Ego

Supongo que al final esto sigue siendo lo mismo que dijo hace décadas Hitchcock, cuando le preguntaron sobre el método que tenía el genio de la expresión facial, inmortalizada en el imaginario colectivo por Edvard Munchs, para encontrar inspiración. Teniendo como única respuesta "es sólo una película".

Supongo que la vida es lo mismo, sólo que debemos acotarle una pequeña precisión. Pues el hecho de decir que, x es simplemente x, le entrega al lector inexistente la senzación de ingenuidad, de definición vacía y nihilista y, casí, de ignorancia. Entonces, me encuentro, con que la realidad de aquella definición esta en su simpleza, más que abismante, desesperanzadora e irónica. La vida, al final, es simplemente la vida, esa inexistencia de inspiración, esa inexistencia de musas, esa inexistencia de objetividad coartada por el delirio asonante de tú mano o la mía. Entonces, al intentar replantearnos ante este enunciado, debemos empeñarnos en tomarlo como una definición de conjunto, una definición de lo que conlleva la palabra "vida", una definición de la procedencia de la misma, una definición de lo que importa realmente de ella; simplicidad, desprendimiento, construir el camino sobre la marcha o la vida como un sueño muy pequeño.

Después de todo, yo no soy nadie, o quizás en potencia no soy nadie, pues espero ser alguien que no es "nadie". De esta manera, sigo retrotrayéndome a un lugar que no existirá nunca mas que en mi mera memoria impersonal y atemporal. En donde nada sucede, nada malo puede suceder. Una aspiración de vida casi similar a la tuya, Juan Pablo Castel, o quizá a la de nadie.

Mientras sigo dando pasos infinitos sin avanzar sobre las entrañas abiertas de un museo de Estado que me invita a inmolarme en su fondo, sigo constituyendome en mis irónicas contradicciones. Casi una ontología dual. Casi como escribir sobre dictadores elegidos mediante votación. Casi como pensar en ti, Jackobson, como la panacea. Casi como creer que lo que pienso lo creo en el papel.

Al final sigo preguntándome porque el cordón umbinical nos va lanzando a todos en diferentes direcciones. Tal vés, como preguntarse si podriamos empezar de nuevo. Tal vés, como querer sentarme encima de la rueda de la fortuna, a hacer dibujos anexos a cada versículo de la biblia.
Porque, al fin y al cabo, conosco tu mirada tanto como conosco lo que pienso.

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